Una guarida, un monolito y una nave espacial
Manifestando futuras cartas y explorando eso de la fernweh.
Hay gente suelta por Internet que piensa que, si desean algo muy fuerte y hacen como si ya les hubiese pasado, mostrando incluso agradecimiento, están manifestando eso que quieren y les acabará pasando.
Una de las grandes defensoras de esta idea era Rebekah Paltrow Neumann, fundadora de WeWork. Manifestar no fue suficiente para que su empresa evitase la quiebra, pero al menos consiguió ser interpretada por Anne Hathaway cuando hicieron el biopic.
Esta carta no es exactamente un ejercicio de manifestación, pero si cuela, cuela. De haber visitado alguno de estos sitios, escribiría sobre ello por aquí. Así que vamos a empezar por el final, y a ver a dónde nos lleva.
Ojalá que a ver en persona toda esta cantidad de hormigón.
La central de Proaza, en Asturias
Me había olvidado de este sitio y se me volvió a aparecer la semana pasada por casualidad en Twitter. La central de Proaza es la guarida de villano perfecta. Es una estructura de hormigón con elementos Art Decó, como aquella estación de radio de la primera carta que mandé.
Me sorprende en su contexto: la industria de Asturias se inspira en Inglaterra y el País Vasco. Hay ladrillo por todas partes, todo funcional y, en general, abandonado o sucio. Esta central se diseñó en el 64 y se inauguró en el 68 para generar energía hidráulica junto al río Trubia. Y ahí la tienes: brutalista.
A día de hoy pertenece a Energías de Portugal, y se puede ver paseando desde la Senda del Oso. Si algún día se me va la pinza e intento dominar el mundo, búscame aquí. Estaré mirando los mosaicos de la pared.
El parque de Vigeland, en Oslo
Supongo que casi siempre acabo escribiendo sobre sitios porque, cuando era pequeña, los cuentos de mi padre eran historias de sus viajes. Hay herencias peores. El parque de Vigeland es un clásico de aquellas historias.
Esto es un parque de principios del siglo XX. Lo habitan las esculturas de un señor que se llamaba Gustav Vigeland. El parque está dentro de otro parque, y se encuentra abierto al público, que acude como las moscas en cuanto sale un rayito de sol.
Una de las esculturas es un monolito que se llama Monolitten, cosa que me hace tremenda gracia y quisiera visitar alguna vez en la vida. El conjunto de esculturas es una alegoría a la rueda de la vida: nacimiento, adolescencia, hijos, familia, vejez… Querer ir porque fue tu padre es, aparte de bien freudiano (puaj), otra vuelta más de tuerca.
El monumento al Comunismo en Bulgaria
Me salía todo el rato en Tumblr y en Pinterest. Al final, le puse nombre a esta mole gracias a una amiga búlgara que en realidad se crió en Suecia. Ahora sé que se llama Buzludzha, y es un monumento al Comunismo hecho en Bulgaria. Si el plan de conquistar el mundo desde Asturias falla, siempre puede una escaparse desde aquí.
Este cacho de hormigón en la cima de un monte fue un escenario clave en la Bulgaria comunista de finales del siglo pasado. No tiene sentido ninguno, pero es tremendamente estético. Buzludzha está a medio camino entre una nave espacial y una plaza de toros. No te diré que puede visitarse porque no quisiera yo animarte a entrar un sitio declarado ruinoso, pero si hay fotos recientes en Internet, por algo será.
El interior de este palacio para el pueblo estaba lleno de mosaicos muy detallados que hablaban de la historia del comunismo en general y en este país. Ahora se han ido estropeando y ya no de aprecian como antes. Supongo que me rajaría a la entrada por si me cae un cascote al entrar, pero mientras escribo esto a miles de kilómetros, te diré que me encantaría verlos.
Los alemanes llaman fernweh a la nostalgia de sitios en los que nunca has estado. Las ilustraciones con palabras extranjeras de significados intensos son terribles, pero esta me cuadra para el cierre de esta carta y, la verdad, se ajusta bastante bien. Peor es manifestar.
No veo nada mal hacer un retiro espiritual a una de esas guaridas de villano tan molonas. A ver si me cambian los chakras y me vuelvo perverso.