Espero que tu domingo esté yendo muy bien. Te escribo desde la cafetería del museo Stedelijk, que se pronuncia tal cual, buena suerte.
Vine a pasar la mañana y visitar una exposición de Nan Goldin que se llama This Will Not End Well. La exposición es un conjunto de seis piezas audiovisuales (fotos con música) en las que la autora repasa su mirada sobre la infancia, el suicidio de su hermana, la institucionalización de la salud mental femenina, la transexualidad y el sida, la dependencia sexual, el subidón de la droga y el bajón de la desintoxicación.
Me encantaría que lo vieras, estas cartas se llaman vamos viendo. Pensaba escribir sobre esto en fresco, pero va a tener que ser un vamos contando. ¿La razón? Pues que Nan Goldin ha pedido expresamente que nadie saque fotos ni vídeos durante la proyección de sus piezas.
Y quién soy yo para llevar la contraria a una mujer coherente. Poco más puedo contarte. Así que hablaremos de una escalera.
La escalera del museo Stedelijk es, como todo el edificio, una obra decimonónica del arquitecto Adriaan Willem Weissman. El Stedelijk es el equivalente holandés a nuestro Reina Sofía, así que todo lo que se expone es bastante posterior. Quizás te suene el museo porque aquí robaron una vez un Van Gogh y un Cezanne. Desde luego, es el museo que te recomiendo si alguna vez vienes a Ámsterdam y no quedan entradas para el Van Gogh (te va a pasar).
La escalera es blanca y perfectamente simétrica. Está cubierta por un techo de cristal, y adornada con detalles en madera. Siempre me ha gustado mucho: es una especie de versión holandesa de la escalinata que lleva a la Victoria de Samotracia en el Louvre. Aquí no hay arte tallado en mármol, hay un buen escayolista y mogollón de losas de terrazo.
La imagen de marca del museo está totalmente adaptada para casar con la estética de la escalera. Antes de la ampliación, la entrada principal daba directamente aquí. Ahora ya no es el caso, pero sigue siendo central para la visita. Diez minutos he tardado en poder sacar la foto con ella vacía. La gente que bajaba se ha reído muchísimo.
Puse una vez en Twitter para hacerme la poeta que este es un museo que querría visitar vacío. La afirmación me da algo de grima, pero sigue siendo verdad. Más grima te darán, quizás, a ti estas tostadas de croquetas con mostaza que sirven aquí para almorzar. Voy a mandar ya la carta, que si se enfrían darán aún más.