Doce escenas de una isla con poco o ningún contexto
Visto en Ameland, Países Bajos, sitio distinto.
La isla de Ameland queda al norte de la costa de Frisia, en los Países Bajos. Llegó a ser parte del continente como terreno ganado al mar, luego el mar les devolvió el golpe y ahora es una de las cinco islas separadas de la costa por un mar que es casi un lodazal.
La forma de vida tradicional en Ameland era la caza de ballenas. En el siglo diecinueve, se puso muy de moda como destino turístico y se construyeron hoteles en primera línea de playa. Cosa que el mar TAMBIÉN recuperó: ya no existe ninguno de los originales. En la isla hace mucho viento, hay una luz muy, muy clara y en la semana del cambio de armario todavía hace frío. Pero el aire está limpio, los perros pueden correr libres y, en la playa, no se acaba la línea del horizonte.
Aquí hay material para una carta seria sobre turismo, arquitectura y costas, pero sería desaprovechar lo que esta isla me ha mostrado en tan sólo un fin de semana. Llegué el viernes en ferry lento (50 minutos), aunque hay un más rápido que lleva sólo 20.
En realidad, no importa tanto qué ferry pilles sino la marea que debas surcar: si baja mucho el nivel del agua, tu ferry puede acabar atascado en el lodo. Esto no es ninguna risa, se lo toman muy en serio: están estudiando poner en marcha una línea de ZEPELÍN para abordar el problema.
Lo voy a dejar por escrito: si lo del zepelín acaba pasando, volveré e intentaré que haya carta. Mientras tanto, aquí tienes los doce momentos más surrealistas del fin de semana (con poco o ningún contexto).
Prohibido hacer la croqueta: corre usted el riesgo de acabar empanado.
Botellitas de licor local a cambio de direcciones de correo. Estoy estudiando aplicar esa misma estrategia a estas cartas.
Palacios para el pueblo. Las paradas de autobús son de madera buena, tienen su tejadito y los cristales no son plexiglás.
Estos maceteros hechos con pantalones. Quiero y no quiero saber más.
La forma típica de indicar el año en que se hizo cada casa.
Contenedores de basura hundidos por el movimiento de las dunas. Revisa el punto 1: no se andan con bromas.
Lo que parecen huesos humanos (?) a través de un ventanuco en el suelo de un restaurante.
Un jardín de gnomos siniestros que alguien colocó en medio del bosque.
En mitad de la nada, un corral de aves. En medio del corral, una caja donde puedes coger huevos y dejar el importe correspondiente.
Colonialismo abreviado: Guillermo III inauguró este faro como “Rey de los Países Bajos y etcétera, etcétera, etcétera” (en zo, en zo, en zo en holandés, como el inglés “and so”).
Recoge una bolsa de papel reciclado y ayuda a dejar limpita la playa.
Y un mar de lodo. Deseando probar el zepelín.
La semana que viene volveremos a hablar de Suecia. Lo pone arriba pero lo digo poco: gracias por suscribirte, abrir la carta y leer.